Me pregunto todos los dí
as qué es ser feliz
Feliz: un apostillado de insignias y metáforas dolorosas
pero que sin embargo afloran y se ensanchan con mecánica fascinación
La felicidad es dolor; créanme. Dolor, sufrimiento y belleza.
Las hojas que bailan con el viento, el agua que se escurre entre los dedos
levantar la vista y contemplar una montaña o un desierto
comer con amigos, disfrutar de la piel y cuerpo del amante y escucharlo y sentirlo...
tomar un café solo y hablar consigo mismo.
¿ Pero dónde está el dolor o sufrimiento en la felicidad ?
Están en las ausencias consentidas, las migas que se caen, en los huecos entre marcha y marcha sudando y jadeando hasta la próxima montaña...
Están en la espera angustiante por nuestro amor, aquel que está por llegar y al que recibiremos con todas nuestras entrañ
as expuestas, porque eso es amor. Eso es amar.
Están en las lágrimas muy redondas y muy saladas que caen, caen porque nos emocionamos y nos alegramos y nos aman y amamos.
Están también en el frío inclemente que sube por las plantas de los pies cuando pisamos la hierba helada y mojada en un amanecer de invierno.
Están en la lluvia torrencial que nos cae sobre la cabeza, hombros y miembros tiesos. Esa lluvia que se cuela atrevida por el cuerpo que la recibe quejoso... pero que sin embargo sonríe.
Están en la lectura de un libro que nos conmueve hasta las lágrimas; la película que nos revuelve las pasiones; los momentos en los que nuestro querido equipo deportivo va perdiendo la final...
Porque unas pocas palabras valen mas que mil imágenes.
El amor sangra.