Se supone que...

Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.

Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.

jueves, 19 de mayo de 2016

La escalinata de Portu Zaharra

Una vez hubo una chica vasca que fumaba en las escalinatas de Portu Zaharra.
Esbelta, pequeña, inquieta.... con ese verde que en la humedad brilla en sus ojos.
Me la imagino con el cabello al viento enmarañado de mar. Ese mar atropellado antaño por pescadores duros, curtidos, trayendo olores de piezas para paliar el honor de los hombres que de sal, tormentas y barcazas sabían  por trayecto y experiencia.
La chica vasca, me imagino, reía al fumar. Y cantaba y hablaba con sus amigos..... acomodada en la escalinata o dando saltos y zancadas temerarias en las pendientes costeras de este pueblo otrora de marinos y hoy de curiosos aventureros.
También he dado en bosquejar a la chica vasca bebiendo cerveza en algún local pequeño asomado entre las casitas y los recodos; o fabulando historias o compartiendo sueños desde los escalones y las barandas y las piedras acomodadas para durar una eternidad.
Puede que ya hubiese decidido seguir leyes..... puede que hubiese imaginado a ese príncipe actual que anima sus días y noches.
Puede que ya estuviese parloteado la lengua de Shakespeare..... y en una de esas quizás hasta ya le gustaban los relojes.
No sé.

Son conjeturas. Las que me vienen en esta tarde cansina y nublada tan lejos de ella.... y tan cerca.
Todo eso me ha generado Portu Zaharra. Un paraíso rústico, encantador.
Porque la naturaleza de las almas y sus entrañas y sus ambientes y lo que desean y quieren no necesitan palabras.
Con solo tocarla y mirarla ya supe quién era.