Se supone que...

Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.

Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.

viernes, 28 de julio de 2017

Don Alfredo

Recostado contra la mesa
sus manos expertas buscando signos
de un malestar esquivo, una nota mal sonada,
o la escala trabajada en clavijas atoradas
siempre hurgando en las entrañas
de acordeones mutuos o ajenos,
para rancheras gringas o valses güeros
tan lejanos como la tierra amada.

Trabajando y trabajando
pensando en la música y sus acordes, sus melodías y bemoles
don Alfredo sigue y sigue con sus herramientas
mentando y calando, arreglando y ajustando
cada nota, cada pulsador, cada soplo de aire medido y querido.
Sus manos expertas medican con pericia, escuchan con astucia
diagnostican con saberes acumulados en medio siglo
de vivir con la música, de vivir para la música
y por lo que se aprende en tantos años,
de tanto tocar, tanto escuchar, tanto aguantar

Don Alfredo es música norteña
aquella del chicano y el que cruza
la del recién llegado y el que ya no habla español pero se acuerda de sus raíces
de su historia y de su sangre picante como el chile
alma de pueblo valeroso
sangre de sudor, tezón de coraje, temple inquebrantable
vísceras sufridas por tanto sacrificio y tanto esfuerzo
y aquella gloria escapada en noches de festejos y algarabías.

Y mientras miro su pequeño taller de reparación de acordeones
me viene a la mente un corazón latiendo
un acordeón desbancado y ofrecido a la vista
sin sonidos pero con la belleza intacta
porque sigue sonando, sigue soplando
entra y sale el aire por sus fuelles
entra y sale la magia de don Alfredo que lo devolverá ya listo
para deleitar el universo.

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