Se supone que...

Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.

Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.

Recien empezamos a vivir

Recién empezamos a vivir, a sentir, a ver, a conocernos. No importa cuántos años hace que nos hacemos las mismas preguntas, los mismos cuestionarios pegados a la mente, los pensamientos acribillados y malheridos que deambulan entre la Hacienda, el Fisco, los niños, las vacaciones, la hipoteca, las fiestas de fin de año....

Recién empezamos a vivir este gran día en que nada está dicho, en el que todo está pendiendo de un hilo, en el que nos escudamos graciosamente para convencernos a nosotros mismos de que todo lo tenemos programado, todo está perfecto, que todo debe salir bien... porque nos lo merecemos.

Recién empezamos a vivir la fase terminal de ese instante que se nos ha escurrido entre los dedos, aquel reloj que se nos escapó en la puja; el exámen esquivo que nos dejó afuera. Esos hijos que no han llegado.... y que los que han llegado no terminan ( o no empiezan) a levantar vuelo, Ícaros que se quemarán sin sol, sin piedad, sin anestesia.

Recién empezamos a vivir la andadura extrema de este día y noche que sigue frenético su curso con otros subsiguientes; empezamos y terminamos agotados de tantas cuentas, tantas cadenas y libertades programadas; tanto barullo de silencios y gritos que nos alteran en la oscuridad o esa luz incandescente que no nos deja ver.... o mirar, que dá igual. 

Recién empezamos a vivir esa circularidad que es la profesión que nunca se cierra, que nunca culmina, esa capacitación que nos trae algo nuevo, algo que no sabíamos, que nos estaba vedado. Los que tienen la dicha y el honor de la diplomatura corren detrás de nuevos seminarios, actualizaciones, catálogos. A los que no nos ha dado el régimen neuronal también corremos para calificarnos en lo que sabemos hacer... que aunque no importante en el mercado laboral también vale.

Recién empezamos a vivir ese laberinto de querer ser nosotros mismos, a nuestra edad, a tu edad. Que te han quedado cosas por hacer, ese viaje negado, la visita que no pudiste concretar; aquellos amigos que quieres volver a ver pero las prisas de la vida no te ayudan. Te queda en el tintero dedicarte a tu pasión ( la escritura, los autos a escala, las plumas, las monedas, los relojes ) y la dejas de lado muchas veces porque los niños ( tus niños ) necesitan de ti y tu atención extrema. Y para los que no tenemos niños también atendemos niños, pero de otra envergadura. Que también desean jugar, entretenerse, soñar, pretender y guarecerse de la dureza inesperada de esta vida que no dá tregua.

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