Se supone que...

Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.

Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.

Seikos

Los Seiko son como esos amores abiertos, felices, deseados y de una contundencia monumental; hacen que sus portantes estén orgullosos, conformes, satisfechos de sí mismos. Los Seiko suelen provocar bromas ( mis amigos me miran la muñeca y exclaman: " otra vez te has puesto una "sartén" ); pero también provocan inesperados subyugamientos, intrigas, cuidadas palabras al describirlos y profundas cavilaciones que al terminar concluyen con un suspiro de responsable admiración.
Los Seiko son artilugios mecánicos admirables, con un sostén amoroso equiparable quizás a los misterios de las grandes maravillas de las invenciones humanas. Suelen ser grandes, de colores poco osados, serios y simétricos; reseñados hasta el hartazgo acaparan admiradores en bolsillos gordos, equilibrados, sucumbidos o famélicos y miserables.
Los Seiko me han hecho revelarme a esa razón inexistente de poseerlos graciosamente, acariciarlos hasta el infinito, mirarlos con la lupa, sobredimensionarlos; darles categoría humana y creerlos omnipresentes y omniscientes; ellos, que son la perfección absoluta.
Los Seiko esmerilan el corazón del más esteta, del sibarita, del recatado; y proyectan con dulzura y enloquecida emoción la mácula mayúscula de la sin razón más feroz en diacronía al desmayo de su pulsar ronco y gutural - ese rotor magnífico que hace vibrar el alma entera -.
Los Seiko son viscerales, bizarros, adictivos; provocan hermosas parálisis de felicidad por endosamiento a su estilo cauto y de una tímida magnificencia.

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