Se supone que...

Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.

Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.

Definiciones y categorías


A veces me pregunto por qué somos tan terminantes, tan estructurados y tan aguerridos a la hora de definir y categorizar. Puedes escribir, por ejemplo: "Esa persona es un asco... " sin que tengas demasiada idea a qué te refieres o qué es lo que quieres decir. Sencillamente lo escribes en un arrojo de antipatía, enojo o falta de ecuanimidad...
Esa necesidad imperiosa que sentimos de poner en casilla, clasificar y catalogar todo y a todos tiene su origen - en mi humilde entender - en que desde que nacemos nos organizan, seleccionan y maquillan la información para la comprensión de la o las realidades que debemos afrontar.
La categorización nos permite limitar el universo, darle sentido y aprehender de él lo que nos sirve y necesitamos. Inferimos de y a través de las percepciones que están embebidas en nuestros patrones culturales, fenotípicos, sociológicos y contextuales.

Por ejemplo: cuando escribes: " Violeta es camarera " estás diciendo varias cosas a la vez. Que ella es un ser humano de sexo femenino, que existe y tiene una profesión determinada. Entonces al categorizar vas seleccionando tipos, discriminas categorías y terminas dando estructura conceptual que denota y dá entidad a ese acto arbitrario y misterioso que es definir:Violeta es camarera ( de verdad y está delante mío).

Pero la categorización no sería posible sin otro mecanismo mental asociado y complementario: la conformación de grupos o conjuntos clasificatorios por principio de igualdad, similitud o diferencia. Violeta es trabajadora gastronómica ( de hostelería ) y no conduce autobuses ni es varón.

Miramos, interpretamos y entendemos al mundo por nuestras percepciones fundadas en ese triple mecanismo: categorizar, clasificar y definir. Estamos sujetos a él; y sin ese tridente nuestra conformación como seres pensantes en una sociedad moderna no sería posible...


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