Se supone que...

Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.

Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.

Palabras

Las palabras son maravillosas.

Tienen ese encanto abrasador del verano del alma. Traspiran la bondad y pasión de las ánimas con sed de vivenciar momentos bellos, los plenos amores de rocíos y eternas primaveras.

Las palabras suelen no ser inocentes. Cargan los flujos de admiración, desdichas, momentos duros o extraordinarios que nos regala la vida; esta vida tan gloriosa, tan honesta, tan limpia.

Ellas nos inundan. Nos encontramos abandonados y sumergidos en ese cauce infinito de vocablos, tintas, trances y plumas; solitarios y solidarios.
Solitarios porque el acto de fenecer en palabras no tiene comparación con otros actos de nuestra existencia. Y solidarios, porque las almas que estamos sujetas al embrujo de los escrito por nuestra mano, los grafos y su veneno inevitable e inevitado nos engrilla al infinito; con nuestras alegorías y gozos.

Las palabras quiebran lo solemne de los ritos y nos inicia en la temible y explosiva aventura de desnudarnos ante otros seres amados, imaginados, sucumbidos o adormilados. Si tienes la fortuna de encontrar un alter ego en tu palabra mentada y amada sabrás lo que es estar en la gloria, entre cielos reconvertidos y en la plenitud de tu espíritu sensible.

Imaginar, escoger, escribir y vivir con palabras es una experiencia que no elegimos, sino que padecemos con dulzura y recato. Con palabras puedes adular, estremecer, amar u odiar: todos sentimientos que son de entrañas hechas tripas y carne en la punta del plumín.

Formidables palabras, bellas, espontáneas o pensadas; amorfas o coléricas. Las palabras son eso que somos; por y a través de ellas....

No hay comentarios.:

Publicar un comentario