No se me pasó por la cabeza
no lo pensé, no lo menté, no lo percibí
No agudicé mi ingenio
no fui lista ni viva ni nada
Ni remotamente
No supe saber
no supe entender
No supe aplicar lo que alguna vez dijiste
sobre envejecer y cuidarnos
sin que nada ya importe
Ahora miro el horizonte y en él no estás
ya no tejés la urdimbre de los días verdes entre caballos y risas
no me acariciás ni mirás
ya no mas
Ni remotamente
Reflexión, apotegmas y metralla de palabras, texturas y superficies rugosas en una digresión permanente. Porque la usina que quema el agua se distrae sumergida en los collage magenta y cielo que condensan una locación multiforme y atrevida, que se permite divagar y dar lo que expulsa sin control, sin filtros, sin remordimientos.
Se supone que...
Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.
Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.
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