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Aunque no haya destino, ni paraíso, ni luz que alumbre
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Aunque duela, aunque nada merezca la pena, aunque no le importes
a quienes debes importar.
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Caminando, gateando, cojeando, volando, buceando, aleteando
serpenteando por el lodo abyecto
tumefacta y terca
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Aunque no haya dónde, ni quién, ni qué
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Aunque nada importe, aunque se desmorone lo único que te mueve
Aunque nada conmueva ese espíritu indomable
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Reflexión, apotegmas y metralla de palabras, texturas y superficies rugosas en una digresión permanente. Porque la usina que quema el agua se distrae sumergida en los collage magenta y cielo que condensan una locación multiforme y atrevida, que se permite divagar y dar lo que expulsa sin control, sin filtros, sin remordimientos.
Se supone que...
Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.
Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.
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