A un ritmo sostenido
cadencia de amaneceres no deseados
calumnias que imponen ritmo de lejía
Vuelvo a empezar. Volver a empezar.
Se vuelve, se termina e interrumpe
Se quiebra. Se esfuma y no se comparte.
Porque las penas son humanas y en la soledad amamantan la histeria
la modorra, la leyenda.
Veo que no chilla la misericordiosa naturaleza extrema
dejándome desquiciada en la penumbra
qué es... no sé.
Habrá que guarecerse de la tentación de los apócopes.
Reflexión, apotegmas y metralla de palabras, texturas y superficies rugosas en una digresión permanente. Porque la usina que quema el agua se distrae sumergida en los collage magenta y cielo que condensan una locación multiforme y atrevida, que se permite divagar y dar lo que expulsa sin control, sin filtros, sin remordimientos.
Se supone que...
Se supone que no debería atreverme a esta aventura: un blog donde las palabras navegan en un guiso de ambigüedades. Un guiso en el que las ausencias soberbias y la arrogancia supina de una lexicografía tonta y cursi aflorarán en cada oración, en cada recodo de mi pobre y previsible expresión metafórica.
Pero siento la necesidad de otro canal donde mis sentidos se bifurquen, atornillen o maceren. Un canal donde las entrañas puedan mostrarse sin piedad, sin convencionalismos avaros de obsecuencias o calcomanías culturales que no me motivan y vanamente tratan de encorsetarme.
Bienvenidos a este vuelo rasante donde los planetas chocarán y la mutación de los sentidos estará en la mira de los Dioses y Diosas.
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