De madrugada siento frío, murmullo, bostezo.
Me animo a ser y reconvertirme en serpiente en plena danza de estrellas.
De madrugada sueño que me aman y desean sin sucumbir a la postración de la rutina;
me estremezco al darme cuenta que estando despierta me distraigo en un abismo de éter.
De madrugada rezo, y esa plegaria es abierta y blasfema.
Y mis ideas son escasas, melodramáticas e hirientes.
De madrugada me hundo en la bruma, misterio y silencio.
Supino ocaso y fracaso místico, al amanecer me desangro.
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