La escultura y los espacios vacíos tienen una interrelación ambiciosa.
La escultura como espíritu y sangre,
como estela de horizonte plano y amable.
En el aire el metal se ciñe a las manos,
las mismas que lo amasan y comprimen.
El metal que brilla
a la vez que brilla su carácter de obra inconclusa,
el espacio vacío.
Y en múltiples dimensiones avanza un espiral que es un caballo
el caballo que corre por las planicies
y caza o pelea
suda y corre
y acribilla el aire con su veloz estampida.
El movimiento eterno está presente
en esos mansos y bravos caballos de llanuras interminables
que con sus amos Osage
y el recuerdo de la estirpe de valerosos guerreros altos y bellos la artista moldea y construye
visibiliza y eleva
retornando a sus fuentes.
La sombra se proyecta
la forma danza
la escultura se abanica acompasadamente
mientras las dimensiones juegan a ser ellas
entre lo mítico y real.
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