No veo briznas de agua rasgar mi mente de blancos poemas.
No creo poder incorporar la vida a los trazos demenciales del ecléctico nirvana
No acabo de conocer la risa ansiolítica ni la castidad de los rezos;
es un canto intuitivo lo que me deja perecer adormecida y sin remordimientos
No sufro en mis entrañas el palpitar de los ríos marítimos en perenne temblor.
Propago el fuego de sedición autónoma entre tantos eunucos de inteligencia o dolor.
No abarco el conocimiento con mi indolente sibaritismo;
es crear en simétricos emblemas lo que los claustros evidencian en mi errática desdicha.
No soy austera con la libertad condicional de mi castigado Karma.
No estropeo la fiesta del ocaso de las utópicas enseñanzas.
No renuncio jamás a la magia de concentración desorientada,
porque es inevitable perecer en la huella misma de la inspiración galvanizada.
No existo en la frenética succión del tiempo y la muerte.
Olvidada y apática frente al mundo.
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