Un imperioso dilema arroba mi sueño,
con soberbias alabanzas rollizas de placer,
porque trémula mi deseo a la vera de tu magnánima sombra,
al aspirar convulso la marea que provocan;
tu esplendor de ogur cándido e inclemente,
tu postura cabdal desprovista de agonía,
tu rocosa norma fantástica y complaciente,
y tu piel inundada de obcecados ruegos.
Déjame sorber el licor de tu bella superioridad,
o nadar en detrimento a la jubilosa continencia,
de comer hasta morir en ese profundo vientre de libamen,
o cavar hondo en ese vasto cociente de bohemia salvaje;
tus nervios son un sarcasmo herido de estima,
tu rostro es una esbelto espasmo soldado con dolor,
tus manos son ácidos discursos brutales y crueles,
y tus labios el grávido motivo de mi llanto ausente.
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